Se oye un ligero tic tac al fondo del pasillo,
mientras se arrastra una presencia inquieta por la pared.
Las estancias tiritan ante una sombra y su filo
y la madera cruje bajo unas pisadas y su vaivén.
Una risilla en efervescencia se congela
y algo desenvaina un silencio impertérrito.
Una mota de vaho, suspendida en el aire se queda
cuando hasta frenéticos latidos se hacen densos.
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