Cuánto llovió
en este valle interminable,
motivo de muchos pesares,
testigo de cruda sinrazón.
Cuánto llovió
en este bulevar, que sabe
de reyertas en que los sables
rebanaron la fe y su valor.
Cuánto llovió
sobre los castillos de naipes,
sobre el peso de los finales
que no conceden nuestro perdón.
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