¿Es bajo el precio que has
tenido que pagar? ¿Qué habilidoso sastre ha confeccionado tan elaborado
disfraz, que hizo olvidar quién lo llevaba? ¿Tienes todavía valor para recorrer
las tortuosas calles de tan olvidada ciudad? ¿Reúnes fuerzas para descubrir
algo más que ocultar? ¿Necesitas otra pregunta más para volver a verter una
lágrima, que rápidamente disimularás? ¿Acaso tienes claro ya lo que necesitas?
¿Y lo que no necesitas? ¿Deseas volver abrazar al silencio?
Camina de nuevo, no te demores.
Ve rápido, no debes olvidar tú destino. Y puede que algún día te reconcilies
con todo lo que se halla bajo tus pies. Entre tanto, disfruta del ensoñador
desfile de ilusiones intangibles cuyo influjo te obnubila. Bebe el dulce néctar
de las cálidas esperanzas que te brinda el idilio de aquellos senderos que aún
no han sido recorridos. Embriágate con la tierna llama de la indeleble promesa
de un nuevo amanecer, de un nuevo destino, de una nueva vida.
Sueña con las formas de las
sombras que desdibujan nuestros sentimientos. Deja que te abracen los recuerdos
ya olvidados en la tormenta del desolado devenir del tiempo. Añora todo aquello
que se esfumó entre tus dedos antes de que pudieras llegar a amarlo, sin dejar
que tal enfurecido huracán te arrastre en su impetuosa cólera. Anhela todas y
cada una de las estrellas que recorren el oscuro cielo que se dilata en tu
conciencia, y vuela lo necesario para poder acariciar todas y cada una de
ellas. Y te lo ruego: ante todo, desoye mis palabras.