Cuánto llovió
en este valle interminable,
motivo de muchos pesares,
testigo de cruda sinrazón.
Cuánto llovió
en este bulevar, que sabe
de reyertas en que los sables
rebanaron la fe y su valor.
Cuánto llovió
sobre los castillos de naipes,
sobre el peso de los finales
que no conceden nuestro perdón.
Cuánto llovió
cuando decidí no quedarme
en la frialdad y sus lares,
en este mundo sin color.
Cuánto llovió;
pero si en la pasividad arde
el mañana de los cobardes,
llovió, y no ha de preocuparte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario