Estoy harto;
harto de escrutar los frágiles entresijos
de los frívolos, y sus vaivenes baldíos,
sin comprender cada éxito que han cosechado.
Harto de insignificancias, de desatinos
del sensiblero superyó de los sencillos
y la imantada admiración que han generado.
Estoy harto;
harto del camino fácil, corazoncillos
cual disfraz del cobarde, de todo el mezquino
que se protege tras el velo de su llanto.
Harto del crudo y siempre negado hedonismo,
chuchería de hombre gregario; un simplismo
que devora a virtud y talento, con asco.
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