Solía olvidarme de ti
y de tu marcha imparable;
incansable, te derramas
siquiera antes de escucharte.
Y ahora solo añoro
el viejo hogar en el que ayer
ambos vivimos, ingenuos,
mientras oíamos llover.
Huyo, agotado, del llanto:
contra mí quiere arremeter,
pues soy su enemigo infausto
mas hoy no le he de temer.
Persigo, tenaz, el día
en que junto a mí estarás;
ya que tu recuerdo ronda
mis noches de soledad.
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