Sólo y tranquilo estaba en la cálida oscuridad
mas su presencia advertí desde el primer momento.
La oscura silueta venía a visitarme, y aún más;
comenzó a hablar, pues supo que estaba oyendo.
"Soy el sordo latido de una vana esperanza
aquel que resuena en todas tus noches oscuras;
apagado resquicio de efímera confianza
cual decrépita casa cuyos muros se derrumban".
Supe que estabas a mi lado, afligida sombra,
y que volverías con las lágrimas aún vivas,
antes de que pasaras por mi puerta y hablaras,
pero nada que ofrecerte tengo más que heridas.
Si ella huyó en el suspiro de mis últimos versos
¿Qué has venido a buscar a mi humilde morada?
Si mi tiempo a su lado se terminó, sin avisar,
como una canción que en la lejanía se apaga.
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