miércoles, 2 de octubre de 2013

"Tregua" 30 de 365: Howard Black (parte 7)

¡Hola a todos! En el día de hoy os traiga la séptima y última parte de "Howard Black", espero que os guste el desenlace del relato. ¡Nos vemos!


No podía ser cierto... Todo aquel tiempo había concentrado su ira, su odio, en aquel sujeto que le condenó, y ahora, al fin, descubría que se había escapado de su fatídico destino, posibilitado por aquel mismo hombre. Todo le daba vueltas, un mar de dudas y posibilidades asedió su mente, pues aquello era algo totalmente inesperado. Muchos recuerdos regresaron del funesto juicio; de su turbulenta estancia en prisión, rodeado de delirios y enajenación. Mas ahora, al fin, podía ser libre. Podría disfrutar de su vida, sin anteponer ello a la muerte de otra persona, tal y como concebía hacía pocos minutos. Lo más adecuado para él sería regresar a prisión y que se hiciera efectiva la absolución del juez, y a partir de entonces volvería a ostentar su ansiada libertad.

Howard se dirigió a la puerta principal de la casa, sintiéndose más tranquilo; ya no sentía tener el mundo a sus hombros. Más una fría y familiar voz le arrancó de su ensimismamiento.

"Hola, Howard. Me temo que ya nos conocemos. Desde que despertaste, has ido descubriendo muchos actos que cometiste y situaciones que viviste que, francamente, son muy desagradables. Mas lo que no sabes, es que desde mucho antes del momento en que dictase tu sentencia, ya había trazado meticulosamente tu destino, el camino que recorrerías en tu futuro. Nunca mataste a tus amos, Howard, fueron mis esbirros quienes lo hicieron. Mas antes de ser capturado, mientras me ocupaba de colocar pruebas que te inculpasen, varios científicos y estudiosos de la psique humana que trabajan para mí iniciaron cruentas sesiones en las que se te indujeron terribles recuerdos y visiones, y una profunda amnesia. Y yo mismo, ya que conozco la prisión londinense como la palma de mi mano, y tengo acceso a sus llaves y rutas ocultas, ayudé a escapar de allí, distrayendo a los guardias y encargados. Una vez que te encontrabas en la ciudad, te abandoné para no cruzarme contigo hasta el día de hoy.

Mas mi buen amigo John Hallen te encontró, tal y como esta previsto, y apenas necesitó convencerte de que el haber asesinado a aquellos para quien trabajabas solo fue un resultado de un vida despiadada y cruel que te condicionó desde un primer momento hasta aquellos atroces crímenes. Entonces, Howard, huíste, tal y como había planificado, en busca de venganza; en busca de mi persona, para acabar por mi vida. Quiero que sepas, ante todo, que no sufro ningún tipo de odio que se remonta a tiempos pasados hacia ti, ni nada similar. Simplemente he ideado este entramado cual experimento. Busco conocer la mente humana; mas no una simple reacción o pensamiento predeterminado, fruto de un convenio social o una necesidad imperiosa de ocultar una incontenible vehemencia. Lo que anhelo es conocer las raíces de un arrebato irrefrenable, conocer los motivos de nuestras más oscuras pasiones, el fundamento de nuestros más ancianos demonios.

Tu ira te llevó un deseo impetuoso de aniquilarme, deseo al que diste rienda suelta. Mas algo extraño sucedió, y que ha dotado aún de más interés, si cabe, a mi investigación. Tu argumento, más que fundamentarse en una venganza personal, lo hacía en librar a nuestro pueblo de la amenaza y lastre que yo constituía para él, por lo que, en consecuencia, esta noche, colocando aquellos documentos que certifican tu inocencia sobre la mesa de mi sala de estar , he dispuesto dos opciones; debías tomar un camino u otro. Y aquel que has tomado desmerece de tu razonamiento inicial sobre la justificación de mi asesinato. Howard, ¿Si mi muerte no era una venganza personal, sino una acción heroica que libraría a Londres de un villano, por qué te disponías a abandonar mi hogar sin acabar conmigo al conocer que te eximiría de tu condena?

Eras un hombre fuerte y dispuesto a todo, Howard, pero tu debilidad ha hecho que fracases. Tu ideal cruzada en nombre de la sociedad ha resultado ser otra venganza personal. Si hubieras subido hacia mi habitación, me habrías asesinado, y no sabrías nunca la verdad. Y vivirías más tranquilo y en paz tras cometer tu represalia, aún sabiendo que ya has matado a tres personas distintas, pues lo has hecho con la tranquilidad con la que el león deshuesa al búfalo. Y ahora... ¡Qué ironía! Tu cabeza da vueltas y te hayas inmerso en un mar de culpabilidad y desasosiego, pues eres consciente de la ruin hipocresía que se ha producido al final viaje hacia mí: tú mismo has corrompido tu cometido.

Mi investigación concluye aquí. He conseguido construir, a partir de una ficción que ha devenido en cruda realidad, que un asesino pudiese vivir tranquilo y en paz respecto a sus fechorías, y un hombre inocente se ahogue en un mar de resentimiento, culpabilidad y desconsuelo. Adiós, Howard Black, gracias por ser la persona con la que he podido adentrarme en las oscuras profundidades de las sórdidas pasiones y afectos de la mente humana, con la que he jugado a un siniestro juego, y he ganado".

No hay comentarios:

Publicar un comentario