martes, 1 de octubre de 2013

"Tregua" 28 de 365: Howard Black (parte 6)

¡Hola a todos! En el día de hoy traigo una de las últimas partes del relato "Howard Black"; concretamente la sexta. Espero que os guste. ¡Nos vemos!


Howard entró presurosamente en la sala, pues debía realizar su cometido antes de que alguien le encontrara, ya que todo el lugar se hallaba minuciosamente vigilado. Allí dentro la oscuridad era sobrecogedora, y ver de nuevo todos los asientos donde se hallaban los hombres que no pestañearon al ratificar su pena capital estremeció a Howard, mas avivó aún más, si cabe, su ira hacia ellos. Cuando llegó al estrado principal, comenzó a buscar en los cajones, y tuvo la suerte de encontrar un documento en el cual figuraba el lugar donde vivía el juez. Arranco ese trozo de papel, lo metió en uno de sus bolsillos, y salió cautelosamente de los Reales Tribunales de Justicia,, en dirección hacia el hogar de aquel juez, aquella inmunda persona que debía ser borrada de la faz de la tierra.

¿Cómo debía allanar su morada? ¿Debía ser sigiloso, o entrar ruidosamente y acabar con él sin mediar ningún tipo precaución? Si tenía hijos o esposa, ellos no deberían verlo... Lo llevaría a otra habitación. Pero una vez allí, con ayuda de su cuchillo acabaría con su inmunda existencia. Todas estas cuestiones atormentaban a Howard cuando este se dirigía a la morada del desaprensivo juez; mas, finalmente, cuando quedaba poco camino por recorrer, decidió entrar rompiendo alguna ventana, sin darle tiempo a escapar, aunque pudieran atraparlo posteriormente, pues en aquel momento Howard no valoraba su vida si no en cuanto a su cometido de acabar con su acérrimo enemigo.

Pronto vislumbro su destino. La casa era ostentosa y bastante grande, con lo que debería ser más precavido a la hora de entrar en ella de lo que en primer momento planeaba. Saltó con extremo cuidado la valla que rodeaba el inmueble, y una vez superada, se cercioró de que no hubiera luces encendidas en las estancias del lugar. Se acercó a la puerta principal, agachado bajo unos arbustos, y comprobó, sorprendido, que estaba arimada. La suerte le sonreía, y el no debía desaprovechar aquella oportunidad.

Raudo y veloz, entró dentro de la vivienda y atisbó entre la oscuridad el interior del aposento. Al fondo del vestíbulo había una habitación, que podía tratarse la sala de estar, con lo que Howard se aproximó. Pero no lo hizo como había pensado, encolerizado, cuando tramaba su plan de asesinato. Lo hizo tan lentamente que podía oír el suave viento rozando a las farolas, el quejido de la madera de los árboles, el latido de la ciudad... Y una vez dentro del salón, una tenue luz proveniente de una farola en la calle le hizo poder distinguir sin problema todo el salón. Pero allí no había nadie; lo único llamativo eran varias hojas escritas a manos, probablemente por el propio juez. Howard, llevado por la curiosidad, cogió los archivos y comenzó a leerlos. Era un texto legal denso y de difícil comprensión, por lo que comenzó a pasar las hojas y a hojearlas, desconcertado, hasta que llegó a la última.

"Por todas esas evidencias y pruebas que han sido recopiladas a posteriori de que se produjera el juicio que condenase a pena de muerte al señor Howard Black, determino que es inocente, pues así se ha demostrado, con la consiguiente revocación de su punición (...)".

Howard se quedó helado. Después de aquel infierno que había pasado, las pruebas presentadas de las que se hacía constancia en las páginas anteriores verificaban que era inocente.

1 comentario:

  1. Me tienes loquísima con este relato, en serio, es una auténtica gozada
    *_*

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