jueves, 5 de septiembre de 2013

"Tregua" 5 de 365: el liberador (parte 2)

¡Hola a todos! en el día de hoy os traigo la segunda y "en principio" última parte de "el liberador", con el desenlace del relato y una pequeña guía sobre cómo conseguir entretener a la gente sin dar información aparentemente relevante sobre ningún tema o materia que pudiese tener interés para tales personas, lo cuál es francamente curioso, ¿no creéis?
Bromas aparte, ahí tenéis la continuación del relato. ¡Hasta mañana!


"Recuerdo cuando trabajábamos juntos, Evans. Éramos los mejores médicos de la ciudad, y tratábamos de ayudar desinteresadamente a todos los obreros destrozados por las penurias de las fábricas a recuperar o a combatir la pérdida de su salud. Éramos apasionados y vehementes con nuestro trabajo, y nos oponíamos radicalmente a la vida de esclavos con la que condenaban los dueños de las factorías a sus trabajadores.

Parece que fue ayer cuando aquel partimos hacia aquellos parajes desconocidos por el ser humano, en busca de un elixir que permitiera a los jornaleros no perder prematuramente su salud. Aquel viejo manuscrito que encontramos en nuestra correspondencia sin un remitente señalado en él, nos guió hacia el lugar exacto, una cripta donde según se nos indicó se hallaba el antídoto contra una vida de trabajo desproporcionado y extremo sacrificio físico. Mas cuando descendimos al lugar solo había una pila de agua, cristalina y pura, lo cual resultó extraño. Me rogaste que te esperara fuera de allí, y yo, asustado obedecí. Cuando volviste, me dijiste que no había sucedido nada, y que el agua que se encontraba allí no era ningún tipo de antídoto, ni mucho menos de veneno.

Pero ahora, he llegado aquí para contarte la verdad. Porque aquello que bebiste era el remedio que buscábamos, mas no operó en el sentido que esperábamos. Cuando fui conocedor de los asesinatos que se habían cometido, irracionalmente vinculé todo ello a nuestra expedición a tierras desconocidas, y volví a la cripta solo, siquiera sin saber qué esperaba encontrarme. Cuando descendí, no me encontré la pila de agua, sino un pergamino arrugado, que a continuación voy a leer:

-Ahora la maldición se ha desplegado sobre la ciudad: el hombre que ha bebido de esta agua ha quedado marcado para siempre. Nuestro destino era el mismo: salvar a los hombres de su inmunda existencia. Yo he posibilitado que él culmine la tarea. La verdadera revelación del ser humano será dejar libre y voluntariamente que la muerte se cierna sobre él, pues en este mundo solo cabe el dolor y el sufrimiento. Mientras el hombre no descubra la carencia de virtud de su propia condición, asigno a mi liberador, Evans Tyler,  el cometido de destruir la mísera vida humana y entregar a los afortunados que se rediman de sus cadenas la eternidad, en un lugar mejor más allá de este sino de tormentos-."

Cuando terminó de hablar, ambos cruzaron las miradas sin mediar palabra, y en aquel breve instante intercambiaron todo lo que no pueden expresar las palabras. Aquella carta había sido escrito por algo que huía del débil entendimiento de la razón: el ser de ultratumba que los había reunido aquella noche a ambos para llevárselos, para mostrar al liberador su cargo antes llevárselo para siempre, estaba allí con ellos, y así lo percibieron durante aquellos silenciosos segundos antes de que fueran consumidos por las llamas que envolvieron la casa Tyler.

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