martes, 17 de septiembre de 2013

"Tregua" 17 de 365: Howard Black (parte 4)

-Debes saber, John, que todavía no tengo recuerdo alguno de aquellos crímenes que al parecer, pudiera haber cometido.
-Asesinaste matrimonio de clase acomodada en cuya casa servías, pues sus malos tratos hacia ti aumentaron desconsideradamente, y tras un día de burlas infames e humillaciones, encolerizaste y acabaste con su vidas.
-No puede ser, debería tener una mínima noción de todo ello...
-Howard, tras cometer aquellos horribles actos subconscientemente bloquease esos recuerdos, y entraste en una espiral de locura y delirios en tus meses en prisión, pues la verdad era desproporcionadamente cruda como para aceptarla.
-Y ahora... ¿Ahora qué debo hacer? ¿Cómo piensas ayudarme? Y lo que es más importante aún... ¿Aseguras que todavía te apiadas de mí? Me hallo en un mar de confusión.
-Yo te ayudaré a eludir la pena capital que se cernía sobre ti, pues comprendo que tu vida ha sido un cúmulo de sufrimiento y desgracias, y no has podido huir del resentimiento y la rabia, que desencadenaron tus cruentos actos.
-Creo que tienes razón... No soy merecedor de que me arrebaten la vida, vida que me ha tratado con penurias y daños incomparables, y que por ello he terminado de esta manera. Me parece que esa asquerosa élite que se permite el lujo de aniquilar a pequeños diablos son verdadera escoria de nuestra sociedad. Y no deberían decidir en esas circunstancias, siquiera deberían estar ahí... ¡siquiera existir!.
-Howard, sinceramente, tampoco debemos extralimitarnos en nuestras cavilaciones, solo buscamos ponerte a salvo.
-¡Silencio! Desde ahora olvidaré mi apacible actitud ante las injusticias que he vivido, pues ya no aceptaré pasivamente que esos gusanos exterminen a aquellos que les molestan en su lujuriosa y opulenta vida. Iré a buscar a aquellos que pretendían acabar conmigo, aquellos que mancillando el nombre de la justicia acabaron con ella misma.
-¡Si los matases, solo estarías realizando los mismos propósitos que contigo tenían!
-¡No, pues mi venganza busca acabar con el despiadado abuso que se produce cuando un cúmulo de peces gordos ejecutan individuos cuyos actos han sido condicionados desde el principio por sus míseras y tristes existencias rodeadas de brutalidad!
-¡Howard, no te puedo seguir en ese camino que pretendes tomar!
- Necio... ¡No me comprendes! ¡Daré fin a las vidas de aquellos que sin conocerme, me condenaron sin reparo!

Y sin mediar otra palabra, Howard Black abandono rápidamente las estancias en que se encontraban con el fin de que John Hallen no pudiera seguirle en su huida, ni en su vehemente empresa; y cobijado por el manto estrellado, partió velozmente, inmerso en sus maquinaciones, sin que John pudiera seguir alcanzar ni apenas perseguir a aquella sombra oscura que se perdía en las calles del Londres nocturno. Éste quedó, pues, sumido en profundas preocupaciones, pues aquello alteraba alarmantemente su plan. Si Howard llegase hasta aquel que promulgó el dictamen de su ejecución, todo podría trastocarse.

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