martes, 10 de septiembre de 2013

"Tregua" 10 de 365: Howard Black (parte 1)

-No estábamos del todo seguro de que el experimento fuera a resultar exitoso, señor.
-¡Maldita sea, ese demente está por ahí fuera, y dadas las circunstancias puede suceder cualquier cosa!
-Le aseguro que en este momento estará asustado y desorientado, y no será un peligro.
-Eso espero, pues en caso contrario… ¡Más vale que recemos!

Mientras tanto, en una vetusta calle de Londres corría Howard Black, confuso por sus extraños recuerdos, recuerdos que su insistente dolor de cabeza apenas le permitía recordar. Entreveía ligeramente las luces que salían de las pequeñas ventanas de las viejas casas de aquel barrio, cuyos propietarios reposarían tranquilos tras un duro día, a diferencia de él, cuya falta de recuerdos le atormentaba tenazmente. Recordaba haber pasado meses encerrado, habiendo apenas comido, en una pequeña y fría celda, mas todavía su memoria no alcanzaba a vislumbrar el motivo de su encierro.

Cerca de allí había una pequeña taberna, y decidió acercarse y descansar, agotado por la agitación de las últimas horas. Una vez dentro, se aproximó al tabernero, y antes de que comenzara a hablar al dueño del establecimiento, éste palideció, y mientras una pátina de sudor le recorría la frente y Howard se sobrecogía, le rogó en voz baja que se fuera por donde había venido, antes de que tomara otras medidas. Salió presurosamente antes de que aquel hombre mediara otra palabra, y en ese preciso momento se dio cuenta de que comenzaba a anochecer, y que las calles se encontraban absolutamente vacías, excepto por varios hombres a caballos que se distinguían a lo lejos, cerca de las últimas casas de la zona. Se preguntó que qué sucedería, quiénes eran aquellos hombres, y sobre todo, si alguno de estos interrogantes estaría conectado con todo el tiempo en que estuvo cautivo en aquellas estancias, sumergido en las sombras y el miedo.

1 comentario:

  1. No esta nada mal y mucho me temo que Howard Black tiene mucha historia a sus espaldas aunque el mismo no lo recuerde.

    Besos grises

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