domingo, 15 de septiembre de 2013

"Tregua" 15 de 365: Howard Black (parte 3)

¡Hola a todos! Con esta decimoquinta tregua saldo el "desfase" de treguas que he tenido estos días en los que no he tenido internet y apenas tiempo. Siempre que esté a mi alcance subiré una tregua diaria, pero no puedo prometer que lo haga siempre, aunque luego me "reenganche", pues muchas veces el tiempo para dedicarme a realizar una tregua es escaso o nulo. La posibilidad de hacer una tregua más trabajada al día siguiente es más aceptable para mí que una chapuza de dos minutos, por mucho que se quebrante la esencia de la publicación diaria. No obstante, me esforzaré para que ello tenga que suceder lo menos posible y reitero mis disculpas por no haber subido nada estos cinco días, confío en que no vuelva a tener ningún tipo de impedimento. ¡Hasta mañana!


-Soy John Hallen, y te ayudaré a escapar de las autoridades porque, sinceramente, creo que no mereces un castigo como el que se te va a imponer. La sociedad te ha juzgado, pero toda la infancia y juventud que has pasado han provocado que más tarde cometieras las atrocidades por las que se te acusa.
-¡Por favor, dime qué está pasando! ¡No entiendo nada, y no conservo apenas recuerdos desde que he despertado de meses de delirios, hace escasas horas!
El señor Hallen, con un rostro profundamente preocupado, entregó a Daniel un periódico nacional, cuya portada confirmó todas las terribles sospechas.
-¡Yo no pude matar a aquellas personas! ¡Cómo podría haber olvidado algo así! ¡No recuerdo si quiera haber trabajado para ellos!- gritó Howard, que había palidecido.
-Howard, no recuerdas nada relacionado con ello porque tu subconsciente bloqueó todos esos macabros sucesos que protagonizaste para protegerte, pues no pudiste aguantar los meses que has estado en cárcel la culpabilidad que te atenazaba y caíste en una espiral de delirios de la que nadie se preocupó de rescatarte. 
Debes saber la verdad, porque si quiero ayudarte es totalmente necesario.
-¿Y cómo escapé de la cárcel?
-Yo no te ayudé a hacerlo. Fue la noticia de tu huida la que me dio el coraje de ir a buscarte, y tuve la feliz casualidad que encontrarte antes que la policía. Alguien, el cual deduzco que no tenía el menor interés en que lo recordaras, fue el que posibilitó que cesara tu encierro.

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