Una nube oscura se desliza
ocultando a la luna, compañera
en todo aquel viaje y consigna
del que uno, al fin, desespera.
Canté con ella una triste canción,
dormí en su recuerdo imborrable.
Pierdo su voz en cada amanecer,
y en la noche... Vuelve a abrigarme.
Los dos últimos versos son sublimes.
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