miércoles, 30 de abril de 2014

"Tregua" 232 de 365: lenta espera (parte 1 y 2)

Oculto en un leve sopor brindado en la penumbra
solo perturbada por el inquieto fruto de un cirio,
resquebrajando apenas con su aliento la estancia, 
aguardaba la tétrica visita de un viejo amigo.

Trepanado por la fría soledad que acostumbran
sus noches de tormenta, abrumado por la ausencia
de vaho en sus cristales, clavaba sus uñas
sobre una sucia mesa impregnada en tinta seca.

¿Por qué envió aquella carta carente de raciocinio
estipulando tan terrible destinatario?
¿Por qué subió a bordo de tan tétrico navío
habitando en él el más aterrador adversario?

Y la carta fue respondida, y la duda,
resuelta: “pronto llegará el final, tu desdicha,
el principio del olvido, lo que a todo ultima”.
Esas palabras siempre le perseguirían.

A partir de entonces, solo había una pregunta:
“¿será, de entre todos, éste mi último día?”
La muerte era su sombra, y con total premura
se cernía sobre él, mascando la profecía.

Y  esperó a su infausto sino, a su enemigo;
esperó a una agonía ya prevista,
mas nada de ello llegó, nadie llamó a su puerta;
su vida no era sueño: era pesadilla.

En la lenta espera se iba consumiendo,
hasta que algo lo sorprendió, ¿quizás la despedida?
y de pronto, todo sufrió un extraordinario vuelco:
él no temía a la muerte... ¡Él temía a la vida!

2 comentarios:

  1. A veces lo que creemos temer es lo opuesto a lo que deber tememos, pues la realidad da mucho más vértigo.

    Impresionante, cariño

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    1. Así lo he visto yo en este texto. Gracias por pasarte y por los halagos.

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