¡Quién sabe si soplarán vientos de cambio
en abarrotadas paciencias, o en las calles!
¡Quién sabe si personas, o banderas,
teñirán los cambios hacia lemas radicales!
Somos dos caras de una misma moneda,
somos juez y parte de un crimen
hacia nosotros mismos, y aunque nunca aprendan
allá arriba, también temo a los que vengan.
Una inmundicia atávica se desata
al tener junto a ti a las normas del juego;
este juego estremecedor que dilata
la lujuria de los más roncos deseos.
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