¡Atento, juicio impertérrito
a los insumisos vaivenes
de los egos más acérrimos!
¡Cuidado, alma comedida,
con el influjo vehemente
de inconciliables heridas!
¡Teme, valentía rebelde,
a la acometida imprevista
de temores incandescentes,
de delirios que son perennes,
y aunque en tu fuego ardían
de nuevo ante ti están presentes!
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