Ya que estas yermas paredes
atrapan mil y un sucesos,
no esperaré a que me encierren;
¿o acaso es que su cemento
exuda exquisitas mieles?
Sepan que éstas vivieron
todo de cuanto depende
aquel mísero descenso;
más allá de lo que exceden
otros indeseables miedos.
Suerte de fe inconsciente,
el brazo que tiendes, siento;
nunca pude conocerte
exento de decaimiento.
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