El viento sopla entre los juncos
y el agua siquiera se inmuta;
camina un fantasma huesudo
amparado en la niebla turbia
por su ejército, ¡cuán astuto!,
que ríe en carcajada muda
y ataca en tan solo un segundo,
engullendo a todo en su bruma.
Pese a todo hoy les aseguro
que será mejor que no huyan,
pues muy dentro de cada uno
se haya ese fantasma, ¡oigan!
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