lunes, 16 de diciembre de 2013

"Tregua" 105 de 365: el mausoleo de la cruz torcida (parte 1 y 2)

 El carruaje ya no se detiene,
pues el polvo ya envuelve a sus caballos,
que galopan mientras la ciudad duerme
en un idilio complaciente y extraño.

En su armazón de caoba acarrea
los restos de un vástago del abismo,
pues no hay cochero guiando a sus bestias;
no hay mortal que se cruce en su camino.

Lo lleva hacia la tumba proscrita
allá donde nadie ha vuelto a pisar;
el mausoleo de la cruz torcida,
donde toda maldición se ha de engendrar.

Al llegar, se abre, veloz, el postigo:
 una figura se apea, y avanza,
acogido en la niebla, cual abrigo
que envuelve a quien de la ciudad escapa.

La silueta avanza hacia la construcción
portando en sus manos un recipiente.
Una vez que ha llegado al interior
vacía allí lo que este contiene:

cenizas, que por el suelo se esparcen,
como pintura sobre lienzo blanco,
como fuego devorando mil árboles,
como un paisaje de grises tiznado.

El cemento vibra, pared con pared,
al tener ante sí de nuevo a su amo;
y un fragor en la cripta hace remover
los secretos, allí un día enterrados.


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