Surgen las nubes,
vuelve la lluvia;
sopla el viento
y el alma escucha
ese susurro
que nos regalan
los días oscuros,
pues son y serán
cortina extraña
de crudo hastío;
larga escalera
a ningún sitio.
Sus frías mañanas,
sus tardes vacías,
sus noches extrañas:
son muerte en vida
de todo lo que
un día vino
y después se fue,
antes de entender
que no podíamos
ya, retroceder.
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