Las noches se burlan de mis días
y ni siquiera puedo evitarlo,
maniatado por la impaciencia
y la apatía, pues causo estragos
hasta en la encrucijada imperfecta
en que la tempestad y tus labios
se entremezclan en su fría reyerta.
Allí no hay sangre, pero si hay bandos;
no hay cielo, no hay patrias ni banderas
más allá de unos ojos desalmados.
Precioso poema
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