jueves, 15 de mayo de 2014

"Tregua" 245 de 365: ocaso inesperado (parte 1 y 2)

Se contonean el día y la noche,
pues siquiera en ellos te encuentro.
Titubea la pluma en mi mano:
sin motivo aparente la aferro
tras el ocaso inesperado
de mi calma, de aquel sosiego
que sucumbió ante los estragos
de un alba congelada en el cielo,
de idilios desenfrenados
seguidos de un invierno perpetuo.

Y no fue éste quien heló la sangre en mis venas,
sino su estigma, cadáver de nostalgia;
el que esculpió la sombra en mi alféizar,
el que se cierne como oscura sábana.
No hay razón para contestar esta carta,
no es posible reencender esta espera,
cuando apago una vela, veo su rostro…
¡Me sonríe, aunque siga estando muerta!

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