Se desencajaba su rostro apagado
mientras las risas no cesaban, y un grito
no calló a lo multitud, no distrajo
a un público que hervía en sus instintos.
No supo cómo frenar a aquel macabro
festín, y hasta sus entrañas fueron menú.
Sublévate hacia el que desconoce algo
y quizás mañana en el plato estarás tú.
Aunque el valor estará de nuestro lado
y no nos amedrenta cuanto he dicho,
en ningún momento he rectificado
las otras seis líneas, estimado amigo.
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