La distancia quebró a una piel de la otra,
pero no la fuerza que bajo ellas guardaban.
La incomprensión causó llagas muy hondas;
la paciencia duró tres bocanadas de escarcha.
El tiempo privó a mis versos de tu boca,
pero no de su vacío a mis sábanas.
El dolor dejó al recuerdo sin memoria,
pero no al poeta sin palabras.
Los dos últimos versos son una pasada
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegro de que te hayan dejado con buen sabor de boca, pues.
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